En el mundo de hoy lo que predomina es la copia de la copia, la repetición de la repetición y por tanto lo mismo de lo mismo; y por alguna razón intuimos, presentimos que algo nos disgusta de eso, que algo anda mal.
La moda en estadística es aquel número, resultado del que más se repite en la muestra y extrañamente sólo representa eso, lo que más hay, pero su aporte es sólo eso y por tanto no me permite mucho más. No es, como se pudiera pensar, lo que representa a la muestra, como lo puede ser el promedio, ya que de 20 elemento 5 pueden componer la muestra y no por eso ser los que más hay o los que más se acercan al promedio. Por tanto es la repetición de algo, sólo eso lo que es.
Cuando saco una copia al original estoy repitiendo al objeto, al elemento, cuando vuelvo a hacer una copia por enésima vez lo hago sobre cualquiera de todas las copia o sobre lo original, no lo sé ni interesa, no es lo que importa, y ahí es dónde se presenta la pérdida del origen, cuando el valor consiste en la posesión de la reproducción y no la razón de ser del original de la obra.
El distanciamiento del original es el alejamiento del origen, de aquel lugar al tanto deseamos volver, deseamos reencontrar, dónde todo se equilibra. Aquel lugar corresponde al centro, al equilibrio, donde dejamos ser lo que somos para convertirnos en el todo. Dónde nos convertimos en Dios y él en nosotros.
Si no sabemos las razones de nuestros comportamientos, de nuestras acciones, nos alejamos del centro. Vivir de las imágenes es vivir de la copia y con esto en la superficialidad, en la máscara de las acciones, de las razones. Llegamos a considerará el mundo real como algo siempre conocido, dónde el único que habita es el hombre con sus iguales y ahí viene la sorpresa, también existen el otro. En este mundo regulado por sistemas de control que parecen regularlo todo, en que todo esta clasificado la existencia del otro no sólo de teme, sino que se llega al extremo de simular por completo su inexistencia. El otro no existe, sólo existimos nosotros. Nosotros que podemos ser los hombres, los hombres civilizados, los hombres occidentales.
Pero el otro esta ahí, detrás de las fronteras. A pesar de tratar de borrara su existencia, nuestra química, nuestros instintos de animales nos fallan, nos delatan y delatan la presencia del otro. Nuestro olfato, nuestro poros se alerta ante su presencia, tratamos de ser racional y entenderlos, por que no si todos somos humanos, pero no es imposible, el intercambio es imposible, nosotras no somos ellos y ellos no somos nosotras, eso es claro.
